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Las Normas de Castellón, originariamente Bases para la unificación de la ortografía valenciana (en valenciano: Normes de Castelló, Bases per a la unificació de l'ortografia valenciana o Normes del 32) , son unas normas ortográficas que siguen básicamente las normas fabrianas, adaptadas al valenciano. A principios del siglo XX, el valenciano se encontraba en una situación de «anarquía ortográfica» que dificultaba el crecimiento de su prestigio social frente a un castellano hegemónico como lengua de cultura. Esto llevó a que durante los años 1920, entidades culturales valencianas adoptaran la gramática fabriana propuesta en 1913 y aceptada por el IEC en 1917. Pero no es hasta el 21 de febrero de 1932,[1] cuando se produjo un consenso mayoritario para aceptar estas normas, adaptándolas a las particularidades valencianas que fueron firmadas por diversas personalidades e instituciones culturales de la actual Comunidad Valenciana. Se firmaron en Castellón de la Plana el 21 de diciembre de 1932.
El impulso principal para hacer las normas se dio gracias a la intervención de la Sociedad Castellonense de Cultura,[2] siendo redactadas por Lluís Revest y Carles Salvador. Las Normas de Castellón fueron recibidas con gran aceptación social por parte de los literatos valencianos, fruto del consenso que tejen admirablemente Cayetano Huguet —-que consigue la firma del Padre Fullana—- Adolf Pizcueta y Manuel Sanchis Guarner.
En cierta manera, las normas encuentran un compromiso en el sentido de que respetan la esencia y el estilo de las normas fabrianas, pero permiten el uso de la idiosincrasia del valenciano. El valenciano escrito estándar actual sigue estas normas, pero es importante decir que algunas palabras que se consideran no ortográficas hoy en día (p.e. atre por altre) se permitían en las bases originales de Castellón, aunque se trate de casos excepcionales. De manera inversa, algunas palabras aceptadas por la Academia Valenciana de la Lengua actualmente, no están en el espíritu de la norma.
Según el historiador y filólogo Josep Daniel Climent, autor de un libro titulado Les Normes de Castelló (2021), «la importancia de este acuerdo fue trascendental para la consolidación y dignificación del valenciano durante el siglo XX, tanto es así que podemos afirmar, sin exagerar, que las Normas de Castellón representan uno de los acontecimientos más significativos de la historia de la lengua de los valencianos, y sin duda uno de los más relevantes de todo el siglo XX».[3]